En una misa celebrada en la Iglesia El buen pastor (Los Olivos), el P. Mario Arroyo destacó la sencillez y santidad de san Josemaría en la vida ordinaria.
Por Dirección de Comunicación. 26 junio, 2015.– Se cumplen 40 años de su tránsito al Cielo. “Desde el Cielo os ayudaré más” decía San Josemaría. “Por sus frutos los conoceréis” dice Jesús en el evangelio. Fecundidad de su mensaje a 40 años de distancia. Una prueba palpable es encontrarnos presentes aquí hoy, en la diócesis de Carabayllo, procedentes de Comas, Los Olivos, Independencia, y tantos otros lugares.
– San Juan Pablo II lo llamó “el santo de lo ordinario”, es decir, de la vida cotidiana, corriente, en apariencia vulgar, lo de cada día. San Josemaría nos enseñó a encontrar ese “algo santo, divino, que nos toca a cada uno de nosotros descubrir”.
- “Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hayun algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir”.
- “Hijos míos, allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo”.
- “los cristianos sabemos que, con la gracia del Señor, podemos y debemos santificar todas las realidades limpias de nuestra vida. No hay situación terrena, por pequeña y corriente que parezca, que no pueda ser ocasión de un encuentro con Cristo y etapa de nuestro caminar hacia el Reino de los cielos”.
– Dentro de esas realidades “ordinarias”, hay 2 que ocupan un lugar primordial en su enseñanza. Dos caminos que nos enseñó a recorrer de forma que nos conduzcan a Dios, a nosotros, y a quienes con nosotros conviven e interactúan.
- El trabajo
- La familia: “Al pensar en los hogares cristianos, me gusta imaginarlos luminosos y alegres, como fue el de la Sagrada Familia”.
– Los 40 años de su tránsito al cielo se celebran en un contexto particular. En el Opus Dei, la institución por él fundada, estamos viviendo un Año Mariano para pedir por la familia. En la Iglesia estamos viviendo un año de preparación para el Sínodo de las Familias, es decir, una reflexión a nivel mundial sobre cómo afrontar los retos que tiene la familia en el mundo contemporáneo.
– San Josemaría fue un “apóstol de la familia”. Enseñó que el matrimonio, con todo el conjunto de obligaciones menudas que tiene es camino de santidad.
- “El matrimonio no es, para un cristiano, una simple institución social, ni mucho menos un remedio para las debilidades humanas: es una auténtica vocación sobrenatural”.
– Además, no sólo predicó que el matrimonio y la vida familiar son camino de santidad, sino que enseñó el modo concreto de realizar tan ambiciosa meta, suscitó una movilización de familias que buscaron y buscan realizar ese ideal en su existencia, y al día de hoy, hay varios matrimonios de hijos suyos en proceso de canonización, es decir, en un proceso en el que la Iglesia discierne si efectivamente estos matrimonios han vivido su vocación cristiana heroicamente, si han amado a Jesús a lo largo de su vida, y si ese amor ha cuajado en obras, particularmente las que lleva consigo el ser una buena madre o un buen padre, una buena esposa o un buen esposo.
- “Cada hogar cristiano debería ser un remanso de serenidad, en el que, por encima de las pequeñas contradicciones diarias, se percibiera un cariño hondo y sincero, una tranquilidad profunda, fruto de una fe real y vivida”.
- “Santificar el hogar día a día, crear, con el cariño, un auténtico ambiente de familia: de eso se trata”.
- “Los casados están llamados a santificar su matrimonio y a santificarse en esa unión; cometerían por eso un grave error, si edificaran su conducta espiritual a espaldas y al margen de su hogar. La vida familiar, las relaciones conyugales, el cuidado y la educación de los hijos, el esfuerzo por sacar económicamente adelante a la familia y por asegurarla y mejorarla, el trato con las otras personas que constituyen la comunidad social, todo eso son situaciones humanas y corrientes que los esposos cristianos deben sobrenaturalizar”.
– Examinémonos personalmente cada uno, para ver cómo nos esforzamos en crear ese calor de hogar, humano y sobrenatural, en nuestra familia. Lo humano y lo divino se tocan en Jesús, en esa Sagrada Familia: Jesús, María y José, que san Josemaría nos enseñó a contemplar. Hagámoslo habitualmente, para que el paso del tiempo no malogre o agoste el amor humano, sino que lo acrisole, lo embellezca, lo vuelva añejo y fuerte.
– No nos contentemos con vivir bien en nuestra familia, pongamos un sincero esfuerzo por difundir la verdad sobre la familia en nuestra cultura y sociedad. El ideal familiar no es de mínimos, los mínimos no llenan a nadie, no satisfacen: el ideal debe ser de máximos, el ideal grande al que nos invita san Josemaría: alcanzar la santidad a través de nuestro hogar, y no sólo nos invita, sino que por medio de su intercesión, nos ayuda a dar pasos concretos, esas conversiones precisas, cotidianas, que dirigen nuestros pasos hacia tan hermosa y ambiciosa meta.
– Acudamos a su intercesión y a la de santa María, para que defiendan y ayuden a la familia en general y a nuestra familia en particular.